IoT: Revolución Productiva
- Jackie Ojeda
- 31 oct
- 3 Min. de lectura
Por Jackie Ojeda

El Internet de las Cosas o IoT, se refiere a esos dispositivos físicos —sensores, máquinas, actuadores, equipos industriales— que están conectados a redes, recogen datos, los envían o reciben y permiten que el mundo físico se integre al mundo digital.
En términos simples: imagina máquinas que “hablan” entre sí, equipos que reportan su estado automáticamente, sensores que miden lo que antes se medía manualmente. Esa interconexión convierte a equipos tradicionales en “inteligentes” y abre posibilidades de monitoreo, análisis y actuación en tiempo real.
En la industria, esta transformación se conoce como IIoT (Internet de las Cosas Industrial), y su valor radica en que permite, entre otras cosas, mantenimiento predictivo, automatización de procesos, optimización de energía y visibilidad en la cadena de suministro.
Para 2025, algunas cifras muestran la magnitud del fenómeno. Por ejemplo, se calcula que habrá más de 18 000 millones de dispositivos conectados en el mundo. El mercado global de IoT (industrial y otras aplicaciones) crece a un ritmo constante: según un informe, se estima un tamaño de mercado de aproximadamente USD 599 mil millones para 2025, con una tasa compuesta anual de crecimiento cercana al 15 %.
En el ámbito industrial, los beneficios son tangibles: cerca del 55 % de las compañías ya aplican tecnología IoT para monitorear el consumo de energía. En el sector manufacturero europeo, alrededor del 32 % de las empresas ya emplean dispositivos IoT para automatizar procesos de producción.
Una de las aplicaciones más poderosas es el mantenimiento predictivo: sensores conectados permiten detectar indicios de fallas antes de que ocurran, reduciendo así los tiempos de inactividad, lo cual tiene un impacto directo en la productividad y en los costos de operación.
Asimismo, la optimización energética es otro beneficio clave: en instalaciones industriales, los sensores de IoT permiten controlar iluminación, ventilación y maquinaria en función del uso real, lo que puede representar ahorros importantes.
Para las empresas mexicanas, adoptar IoT representa una doble oportunidad: incrementar competitividad y sumarse a la transformación digital industrial global. Sin embargo, no se trata solo de “conectar sensores” y listo. Se requieren tres elementos: una infraestructura adecuada (comunicaciones, edge computing, plataformas) que soporte una operación sólida; una estrategia de datos: qué datos recojo, cómo los analizo y qué decisiones tomaré con ellos; además de gobernanza y seguridad, ya que a medida que se conecta la planta, los riesgos de ciberseguridad y operativos aumentan. Por ejemplo, los reportes recientes indican que la seguridad en IoT será un foco creciente en 2025.
El reto también está en la capacidad interna de las organizaciones para adoptar estos cambios: talento especializado, cambios culturales e inversión inicial. Pero quienes logren implementarlo bien pueden generar ahorros operativos, reducir fallas, mejorar calidad, ser más sostenibles y abrir nuevos modelos de negocio, como servicios basados en datos o monitoreo remoto.
En conclusión, el Internet de las Cosas ya pasó de ser una promesa a una herramienta real que transforma la industria. En México, donde la industria manufacturera y la cadena de suministro juegan un papel importante, la adopción de IoT puede convertirse en un diferenciador estratégico. Para los líderes de tecnología y negocio, la pregunta ya no es si usar IoT, sino cómo hacerlo con visión, objetivos claros, datos sólidos y seguridad. La era de la conectividad físico-digital industrial ya está aquí —y conviene estar listo para aprovecharla.
Por Jackie Ojeda










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