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El cierre del gobierno de EE. UU. golpea con fuerza silenciosa a la frontera

Un cierre de gobierno que se siente más allá de Washington D.C. y que cruza con tensión el Río Bravo.

Por Ana Paula Kiyama

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El cierre parcial del gobierno de Estados Unidos cumple 23 días y sus efectos comienzan a sentirse más allá de Washington. En la frontera con México —especialmente en la región de Ciudad Juárez y El Paso— la tensión crece entre transportistas, empresas maquiladoras y trabajadores que dependen del flujo diario entre ambos países.


Más de 800 000 empleados federales en EE. UU. enfrentan el riesgo de no recibir su cheque esta semana, incluidos miles en agencias que operan en la frontera. Muchos de ellos viven en comunidades binacionales, gastan en comercios locales y aportan a la economía fronteriza.


En El Paso, se calcula que 1 de cada 10 empleos federales está vinculado directa o indirectamente con operaciones fronterizas o de defensa. Si el cierre se prolonga, el consumo local y los servicios financieros podrían verse afectados, afectando a pequeños negocios y contratistas locales.


Es en este lado del Río Bravo, donde miles de personas y toneladas de mercancías cruzan a diario, el impacto de la parálisis política en Washington está generando retrasos, incertidumbre y preocupación entre empresarios, trabajadores y autoridades locales.


Una frontera que sigue, pero más lenta


Las agencias U.S. Customs and Border Protection (CBP) y U.S. Immigration and Customs Enforcement (ICE) continúan operando pese al cierre, al ser consideradas servicios esenciales para la seguridad nacional (Ogletree Deakins / WOLA). Sin embargo, la falta de personal administrativo y técnico está produciendo demoras notorias en los cruces internacionales y en los procesos logísticos.


De acuerdo con reportes de EFE Noticias y Mexicom Logistics, los tiempos de espera en los puentes internacionales de Ciudad Juárez–El Paso alcanzan hasta cinco o seis horas, mientras que las operaciones de carga enfrentan cuellos de botella por falta de soporte técnico, auditorías pausadas y revisiones más lentas.


Aunque las aduanas no han cerrado, la operación parcial está provocando fatiga entre los agentes, menor eficiencia y saturación en horas pico.


Empresas del sector manufacturero y exportador en Ciudad Juárez reportan que algunos procesos de certificación, inspección y validación de documentos se realizan más lentos. Según el portal especializado MexicoM Logistics, los tiempos de espera para el transporte de mercancías han aumentado entre 20 % y 40 %, dependiendo del puerto de entrada.


“Por ahora los camiones siguen cruzando, pero cualquier día más sin resolución agrava el panorama. Las cadenas de suministro no toleran la incertidumbre”, comentó un empresario del sector maquilador.


Qué servicios estadounidenses continúan

Algunas funciones federales clave siguen activas:

  • CBP y ICE (seguridad fronteriza y migración)

  • Servicios esenciales de defensa, energía y salud pública

  • Control de tráfico aéreo, aunque ya se reportan demoras y cancelaciones en vuelos por falta de personal (ABC News)

No obstante, incluso estos servicios operan bajo presión y menor capacidad, lo que repercute directamente en la frontera y los aeropuertos.


Impactos en Ciudad Juárez y la frontera México–EE. UU.


  1. Comercio y transporte: El cierre está ralentizando revisiones y despachos aduaneros, afectando las exportaciones e importaciones mexicanas hacia EE. UU.; se alteran operaciones aduaneras, retrasan embarques, pagos e inventarios.

  2. Cruces fronterizos y viajes: Los cruces siguen abiertos, pero con procesos más lentos y menor personal de apoyo.Los viajeros y trabajadores fronterizos enfrentan demoras mayores tanto en revisiones terrestres como aéreas.

  3. Economía local: En ciudades como Juárez y El Paso, donde miles de familias dependen del flujo diario binacional, la ralentización afecta comercios, transporte, turismo y consumo local.

  4. Información económica: El cierre también ha suspendido temporalmente la publicación de varios indicadores macroeconómicos de EE. UU., generando incertidumbre en mercados vecinos (Oxford Economics).


Particularmente para Ciudad Juárez, Chihuahua


La ubicación estratégica de Juárez, directamente conectada con El Paso, hace que cualquier interrupción se sienta con rapidez.

Para Chihuahua, donde el 60 % de las exportaciones depende del corredor Juárez–El Paso, el impacto de un cierre prolongado podría sentirse en la productividad de las maquilas y en la entrega de pedidos internacionales.


  • Las maquiladoras podrían enfrentar retrasos en la entrada o salida de insumos, lo que impacta costos y plazos de entrega.

  • Los trabajadores transfronterizos pierden horas de productividad debido a los tiempos extendidos de cruce.

  • Las líneas logísticas just-in-time —clave para la manufactura— están en riesgo si el shutdown continúa.


Qué tan grave puede ser

Analistas estiman que cada semana de cierre le cuesta a EE. UU. entre 0.1 % y 0.2 % de su PIB, lo que equivale a hasta 15 mil millones de dólares semanales. Si la crisis se prolonga, los efectos podrían extenderse a proveedores, cadenas logísticas y economías locales de México, especialmente las dependientes del comercio con Estados Unidos.


Empresas que manejan productos perecederos o entregas rápidas son las más vulnerables:

“Si trabajara con perecederos, estaría muy preocupado”, declaró un empresario citado por mexicobusiness.news.

“La frontera no puede ser rehén de la política”


Mientras el Senado estadounidense debate la Shutdown Fairness Act, el comercio binacional y la vida fronteriza se mantienen en vilo. La política interna de Washington tiene consecuencias tangibles en la frontera: familias sin pago, camiones detenidos y maquilas en pausa.

La frontera —ese espacio donde la economía, la cultura y la vida cotidiana se entrelazan— sigue demostrando su resiliencia, pero también su vulnerabilidad ante decisiones tomadas a miles de kilómetros.


El llamado de los empresarios es claro:

“Necesitamos estabilidad. La frontera no puede ser rehén de la política.”


Aunque los servicios esenciales continúan, la frontera ya resiente el costo de la parálisis política en EE. UU. Si el cierre se extiende, la región Juárez–El Paso podría vivir una nueva crisis logística con impacto directo en empleo, comercio y crecimiento económico.


Mientras el Senado estadounidense intenta aprobar la llamada “Shutdown Fairness Act”, que busca pagar a los empleados federales esenciales que siguen laborando sin salario, el estancamiento político mantiene paralizadas varias áreas del aparato federal. Y aunque los puentes internacionales y la operación de aduanas permanecen abiertas, los efectos ya se notan en la frontera.


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