El gran ausente: el sector empresarial juarense en la visita presidencial
- Lic. Federico Solano Jurado
- 2 oct
- 2 Min. de lectura
Colaboración por Federico Solano
La reciente visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Ciudad Juárez dejó ver mucho más que la agenda política. Mandó, sin decirlo, un mensaje que no debería pasar desapercibido para nadie: el sector empresarial local no fue convocado ni tomado en cuenta.
En una ciudad donde la industria y el comercio son el motor económico, dejar fuera de la conversación a sus representantes equivale a apagar la voz de quienes realmente mueven la economía regional.
Pero seamos francos: esto no solo refleja una omisión del gobierno federal; también expone el talón de Aquiles del empresariado juarense. No hay unión, no hay liderazgo sólido, no hay una verdadera representación que se gane un lugar en la mesa donde se toman las decisiones. Y cuando no hay estructura ni consenso, otros deciden por nosotros.
Lo que se vio con la visita presidencial es la fotografía de un sector empresarial fragmentado, donde predominan los mismos nombres y rostros de siempre —los de “los de confianza”—, muchos de los cuales, para colmo, ni siquiera residen en Juárez, sino en El Paso. Este escenario termina debilitando al empresariado local ante la federación y ante cualquier negociación de alto nivel.
El mensaje es claro: sin unidad, sin renovación y sin un frente común, el empresariado de Juárez seguirá quedándose fuera de la toma de decisiones nacionales. Y cuando el empresariado se queda fuera, se queda fuera también la posibilidad de influir en políticas públicas, proyectos de infraestructura y estrategias que impacten de manera directa en nuestra competitividad.
La pregunta obligada es: ¿Hasta cuándo seguirá Juárez careciendo de una representación empresarial robusta y plural, capaz de sentarse con el poder político y hablar con legitimidad, y no solo con relaciones personales?
Lo ocurrido en esta visita presidencial debería ser un punto de inflexión para que el sector empresarial deje de ser un espectador y se convierta en protagonista real del desarrollo de nuestra frontera. Porque si seguimos en manos de unos cuantos y con la misma narrativa de siempre, el costo no lo pagarán ellos, sino toda la ciudad.
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