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NARRATIVA HISTÓRICA DE MEXICO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS


En Laberinto de la Soledad Octavio Paz nos dice que “Tal vez ningún otro pueblo en la historia se ha sentido tan desamparado como la nación Azteca en el momento de su caída...se sintieron abandonados por sus aliados en primer término pero también por sus divinidades…La causa determinante de la caída de los pueblos mesoamericanos…fue su soledad histórica, su aislamiento…Es curioso que este es uno de los rasgos que hemos heredado de los Aztecas. Los mexicanos modernos todavía nos sentimos aislados y tenemos dificultades para entender, comprender y convivir con el mundo exterior”


Tres siglos después del Virreinato de la Nueva España, Abad y Queipo percibe la necesidad de independencia, pero nadie le hace caso. En 1810 comienza una sangrienta lucha que dura once años por la soberanía del país. Surge Iturbide, quien ofrece una esperanza mediante un acuerdo político que culmina con la independencia, sellada en el Abrazo de Acatempan y con su estandarte de las Tres Garantías. Sin embargo, se proclama emperador, apoyado por el clero, dejando de lado los acuerdos con España que le habrían dado soporte en la milicia y organización mientras se consolidaba la nueva nación.


Poco después, los norteamericanos envían a Poinsett como espía y embajador; hábilmente, genera intrigas enfrentando a criollos y mestizos contra los españoles peninsulares, fomentando odio y crispación que desembocan en la expulsión de 1828. Odios que los políticos de turno aprovecharon como caldo de cultivo para seguir dividiéndonos. Vicente Guerrero proclamó que “la patria es primero” y expulsó a los españoles (1828-1835), suceso que se proyecta magistralmente en la película Gertrudis Bocanegra. Esto implicó la expulsión de gran parte de la población, aislando nuevamente a México y dejándolo vulnerable a intereses extranjeros, lo que derivó en la separación de algunos estados, como Texas, que permaneció diez años independiente antes de anexarse a Estados Unidos. Santa Anna pierde así la mitad del territorio; su lealtad, más al legado español que a México, lo llevó a actuar por intereses personales y privilegios, provocando conflictos que culminaron con invasiones y pérdidas territoriales significativas.


Benito Juárez llega con la promesa de Reforma y respeto al derecho ajeno, aunque su gobierno tampoco respetó a quienes durante siglos habían administrado la educación ni sus propios orígenes indígenas. Estados Unidos apoyó a México contra invasiones extranjeras y en la caída del Segundo Imperio de Maximiliano.

Juárez permaneció 14 años en el poder, con un estilo que rozaba la monarquía, hasta que la muerte sorpresiva puso fin a su mandato, dejando al país nuevamente convulso y aislado.


Porfirio Díaz, durante el Porfiriato, impuso paz y emprendió la reconstrucción del país bajo el lema “mucha administración y poca política”. Tras 33 años en el poder, fue derrocado por la Revolución de 1910, iniciada por Madero en San Antonio, Texas. Díaz se exilia en mayo de 1911 a París en el buque Ypiranga. La inestabilidad continúa hasta que Obregón firma los Tratados de Bucareli en 1923, marcando el inicio de la estabilidad a costa de su vida, pues Calles y Portes Gil estarían implicados en su asesinato. Calles responsabiliza a la Iglesia, dando inicio a un conflicto sangriento que se prolonga durante décadas y cuya resolución parcial no llega hasta Salinas de Gortari, cuando se restablecen las relaciones con la Iglesia Católica.


Cárdenas impulsa un nacionalismo radical, con agrarismo y nacionalización del petróleo, generando pérdidas y consolidando un socialismo más sutil que el de China o Rusia. Vargas Llosa no se equivocó al llamarla “la dictadura perfecta”, que alcanza su culmen con Echeverría y López Portillo, donde el crecimiento fue prácticamente nulo.


En México, históricamente, los acuerdos políticos consensuados han traído la paz, como ocurrió tras la Independencia, la Revolución y la Guerra Cristera. La paz no se logra mediante la guerra, sino a través de pactos y negociaciones, aunque muchas veces años después de los conflictos.


Los últimos presidentes han logrado cierto crecimiento, aunque no óptimo. La narrativa de AMLO sobre la Independencia, la Reforma y la Revolución sirve como base de su Cuarta Transformación; sin embargo, estamos lejos de alcanzar aquellos hitos históricos y el bienestar que se promete. Como dijo Gómez Morín: “Que no haya ilusos para que no haya desilusionados”.


Si no aprendemos de la historia, estamos condenados a repetirla. Nuestra Historia Oficial privilegia la violencia, como lo refleja nuestro Himno Nacional, un canto a la guerra. Sin embargo, la Historia Real nos recuerda que han sido los acuerdos y no los actos violentos los que nos han dado la independencia y la poca prosperidad que hemos logrado.


¡Que viva México y que viva nuestra independencia!

A pesar de todo.



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